Todos tenemos en la cabeza el agua de San Pellegrino cuando nos preguntan por un agua mineral «premium» como se dice ahora. Y esta respuesta no es fruto del azar, es fruto de un gran producto, una buena distribución, una magnífica comunicación y muchos años de trabajo.
El reto de San Pellegrino era realizar una fábrica (un flagship store) que estuviese a la altura de su producto, una mezcla de naturaleza, genialidad italiana, tiempo, espacio… para este reto contactaron con la ingeniería danesa BIG. Y el resultado es todo lo contrario de inodoro, incoloro e insípido, es sencillamente espectacular.

La marca tiene unas profundas raíces en su tierra, al pie de los Alpes con una naturaleza majestuosa y fuerte como el pedernal que ayuda a darle esa tipicidad de agua mineral.
Amparándose en esas raíces toda la estructura de la fábrica recupera la sabiduría del pasado y del entorno apoyándose en las arcadas, el viaducto, la plaza y los pórticos que serán los elementos físicos que nos invitarán a tener esa experiencia de cliente dentro de la marca.

Y como contrapunto a la naturaleza y el los espacios clásicos de la arquitectura, una sala en la que poder hacer una inmersión, a través de las nuevas tecnologías, de lo que significa el agua San Pellegrino en el mundo. Una relación de eventos, patrocinios y restaurantes que representan la visión de globalidad que tienen.

Sin olvidarnos de un espacio chill out que nos permitirá vivir en primera persona esa sensación de estar en una vanguardia que dura XX siglos. Y que será una mezcla de naturaleza y tecnología en la que poder disfrutar de esa imagen de marca inherente al producto y que haremos nuestra mediante esa experiencia singular de disfrutar de sus espacios.

En definitiva un BrandContainer® con mayúsculas, una forma de explotar nuestro espacio al servicio del consumidor y una invitación permanente a que nuestros visitantes se conviertan en embajadores de lo que han visto y degustado en San Pellegrino.
