
Hay dos variables que han cambiado radicalmente el mundo de la comunicación. La primera es que las empresas y sus marcas saben que el «ser buenos» ayuda a vender (el último informe de Deloitte demostraba que las empresas más sostenibles y con inquietudes demostradas de RSC, sortearon mejor la crisis) y la segunda es el papel de prosumidor de los consumidores (generadores de contenidos y opinión a la vez que meros consumidores).

Las personas buscan sentirse a gusto con los valores y la filosofía empresarial de los productos que consumen. Para conseguir ésto las marcas deben ir más allá del propio producto o servicio que ofrecen, deben conseguir que se metan en sus entrañas, deben generar experiencias en torno a él.

Veamos como lo ha resuelto Cadbury. Invitando a sus clientes a vivir una experiencia en profundidad en el propio producto, viviendo la magia del chocolate desde dentro, recuperando una tradición centenaria.

En definitiva, desarrollando una acción de BrandContainer en su fábrica para sentir la marca, y revivir ese sentimiento cercano, para que cada vez que veamos una chocolatina en el lineal de un supermercado rememoremos nuestra experiencia con la marca.
Abrir las puertas de nuestra fábrica es un ejercicio de confianza mutua y eso es precisamente, lo que las marcas demandan ahora… y sus clientes también.
Los productos ya no se compran, se viven. Y para eso se inventó el BC.
